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Madera buena

Madera buena

Biografie

La novel agrupación ?Madera Buena? está integrada por siete jóvenes músicos de prometedor futuro, que han marcado su rumbo musical a través de la música tradicional de su país, estableciendo a su vez contacto con la modernidad.

El Septeto posee un formato instrumental y una proyección artística que parte de los valores más genuinos de la música campesina. Como detalle especial, la agrupación sustituye el Tres clásico en estos grupos por el Laúd, con lo cual logran un sonido más cercano al que se escucha en los campos de Cuba.

Bajo la dirección del guitarrista Ariel Fernández Cintras, ?Madera Buena? recorre los caminos de la música campesina, que se entremezcla con cumbias y sones. Le acompañan en este empeño músicos que son en su mayoría frutos de las prestigiosas escuelas de música de la Isla, entre los que se encuentran el laudista Rodolfo Rodríguez Gómez, quien logra pasajes virtuosos a la altura de los grandes ejecutantes de este instrumento; Mario Pérez Hi dalgo, en el contrabajo; el trompetista Eric Pérez Pérez; el percusionista Omar Zaldibar Pupo, y las voces de Betty Tamayo y Eloy Salomé. La comunión de estos músicos logra un magnífico acople de contrabajo, trompeta y percusión, alrededor de las cuerdas pulsadas, coronado con voces muy buen armonizadas.

Su repertorio está integrado por temas clásicos de la música tradicional y caribeña, así como por algunos temas inéditos de la propia agrupación. Ejemplo de ello son sus interpretaciones de piezas como ?Mi tierra es así?, de Radeunda Lima; ?Soy hijo del Siboney? de la autoría de Juan Mariño; ?Campiña?, de Orlando Valle ?Maraca? y ?Guarapo, pimienta y sal?, de Reinaldo Hierrezuelo, todos ellos recogidos en el primer fonograma de ?Madera buena? editado por el sello discográfico cubano Colibrí en el año 2003.

En opinión del reconocido productor musical Tony Pinelly, ?Madera Buena? tiene la virtud de un sonido propio, capaz de reflejar grandes éxitos con la presencia y estilo de su personalidad sin perder la riqueza de su legitimidad. El canto del laúd se entremezcla con la alegría sincopada del son y el acople de voces e instrumentos logran un resultado sumamente agradable.