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Tambores Bata



Son tres instrumentos percutidos con caja de madera en forma de reloj de arena. Sus dos membranas de distintos diámetros, se percuten en juego y están apretadas por un aro y tensadas por correas o tirantes de cuero que van de uno a otro parche en forma de N.

En Cuba, la voz batá identifica como genérico cada uno de los tres tambores del conjunto, aunque cada uno posee una denominación propia bien diferenciada: Iyá, Okónkolo e Itótele.

La palabra es de incuestionable procedencia yoruba y el conjunto es procedente de los territorios nigerianos ocupados por los pueblos yoruba, llegados a Cuba con los negros esclavos durante el período colonial, donde se reconstruyeron y desarrollaron hasta el presente.

Durante muchos años se escucharon los tambores batá sólo en los eventos religiosos de la santería; posteriormente han alcanzado una destacada difusión, insertándose, con todas sus potencialidades, en agrupaciones y maneras muy diversas de realización musical en Cuba y en el extranjero.

La construcción de los tambores batá se efectúa de manera artesanal. La selección de los materiales, su preparación y el resultado final obtenido, son consecuencias de una larga tradición transmitida empíricamente.

La función social y musical característica de este conjunto en la práctica folklórico popular cubana, es la invocación a las deidades durante los eventos de la santería. Funcionan con un papel o desempeño colectivizador entre las deidades y los creyentes, ya sea cuando se tocan solos o cuando acompañan el canto y la danza. Deificados ellos mismos, constituyen importantes objetos religiosos de la santería cubana.